lunes, 7 de noviembre de 2016

8- La trampa de la justicia


Si el mundo estuviera tan organizado que todo tuviera que ser justo, no habría criatura viviente que pudiera sobrevivir ni un solo día. A los pájaros se les prohibiría comer gusanos, y habría que atender a los intereses personales de todos los seres humanos.

Estamos condicionados a buscar justicia en esta vida; y cuando no lo conseguimos sentimos enfado, ansiedad o frustración.

 La justicia no existe. Nunca ha existido y jamás existirá. Simplemente el mundo no ha sido organizado de esa manera.

 Los gorriones comen gusanos. Eso no es justo para los gusanos. No tienes más que observar la naturaleza para darte cuenta de que no hay justicia en este mundo.

 El mundo y la gente que vive en él son injustos todos los días. Tú puedes escoger ser feliz o ser desgraciado, pero esta elección nada tiene que ver con la falta de justicia que veas a tu alrededor.

 Éste es un informe realista sobre lo que es el mundo. La justicia es un mero concepto casi imposible de aplicar, en especial, en lo que se refiere a tus propias opciones de realización y felicidad personales.

 Queremos justicia y usamos su carencia como justificación para la infelicidad. La exigencia de justicia no es un comportamiento neurótico. Sólo se convierte en zona errónea cuando te castigas a ti mismo con una emoción negativa al no poder ver la justicia que exiges. En este caso el comportamiento autofrustrante no es la exigencia de justicia, sino la inmovilización que puede generar esa realidad sin justicia.

 La injusticia es una constante en la vida, pero con la infinita sabiduría, que acabas de adquirir, puedes decidirte a luchar contra esa injusticia y a negarte a quedar inmovilizado emocionalmente por ello. Puedes trabajar para ayudar a extirpar la injusticia y puedes decidir que no te dejarás vencer psicológicamente por ella.

 El sistema legal promete justicia. Pero generalmente no sucede. Los que tienen dinero no son condenados.

 1)     "¡No es justo!": El lema de las relaciones ineficaces.
En vez de pensar en que las cosas son injustas, puedes decidir lo que realmente quieres, y ponerte a buscar los modos para lograrlo, independientemente de lo que el resto del mundo quiere o hace.

 Necesitarás eliminar las referencias venidas de fuera y tirar los prismáticos que enfocan lo que hacen los demás.

 2)     Los celos: Una rama de la exigencia de justicia.
Los celos son en realidad una manera de exigirle a alguien que te quiera de cierto modo específico y tú dices "No es justo", cuando no lo hacen.

Esto proviene de una falta de confianza en ti mismo.

Nunca podrás predecir cómo reaccionará el ser que amas ante otro ser humano, pero si escoge ser afectuoso o amable, tú sólo puedes experimentar la inmovilidad de los celos si consideras que sus decisiones tienen algo que ver contigo. Eso depende de ti; es tu elección. Si un miembro de una pareja se enamora de un tercero, no es que sea "injusto", simplemente es. Si le consideras injusto, probablemente terminarás tratando de imaginarte por qué.

 3)     Algunos comportamientos típicos de “Demanda de justicia”

  • Quejarse de que otros ganan más dinero por hacer el mismo trabajo que haces tú.
  • Decir que no es justo que Frank Sinatra, Sammy Davis, Barbra Streisand, Catfish Hunter o Joe Namath ganen unos sueldos tan altos y molestarte por ello.
  • Molestarte porque otros cometan infracciones impunemente mientras que a ti siempre te cogen.
  • Todas las frases del tipo de "¿Acaso yo te haría algo así?", con la pretensión de que todo el mundo tiene que ser exactamente igual a ti.
  • Corresponder siempre cuando alguien te hace un favor
  • Corresponder al beso que se te da o decir "Yo también te quiero", en vez de aceptarlo y expresar tus propios pensamientos cuando escojas hacerlo.
  • Sentirte obligado a tener relaciones sexuales con alguien aunque no quieras hacerlo porque simplemente no es justo no cooperar.
  • En las discusiones insistir en una decisión clara y nítida en que los vencedores tienen razón y los perdedores están equivocados.
  • Usar el argumento de la justicia para conseguir lo que quieres. "Tú saliste anoche; no es justo que yo me tenga que quedar en casa." Y molestarte por la falta de igualdad.
  • El jueguecito de "Si él/ella puede hacerlo, pues yo también". Éste es el tipo de comportamiento de "él me pegó, así que yo le pego a él". Es la causa de muchas guerras cuando esto es llevado a extremos ridículos.
  • Gastar la misma cantidad de dinero en un regalo que el que gastó en ti la persona a quien regalas.

 4)     Algunas de las recompensas psicológicas que te impulsan a aferrarte a tus “demandas de justicia”
Las recompensas para este tipo de comportamiento son generalmente autofrustrantes en el sentido que mantienen la percepción fuera de la realidad y en una especie de mundo onírico que nunca existirá.

  • Puedes sentirte satisfecho de ti mismo porque eres una persona honorable. Ésta es una de las formas que tienes de sentirte mejor y superior, aferrado a esa sensación de "Yo soy mejor que tú" y gastarás tus momentos presentes en sentirte satisfecho de ti mismo en vez de vivir de forma efectiva.
  • Puedes ignorar la responsabilidad por ti mismo y justificar tu inmovilidad transfiriendo la responsabilidad a aquella gente o aquellos hechos que no son justos. De esta manera puedes evitar los riesgos y el trabajo que implica tratar de cambiar. Mientras la injusticia sea la causa de tus problemas, no puedes cambiar. Lo harás cuando desaparezca esta injusticia, lo que, por supuesto, no sucederá nunca, jamás.
  • La injusticia puede hacerte llamar la atención, la compasión y la autocompasión. El mundo ha sido injusto contigo, así es que ahora tú y todos los que están a tu alrededor deben sentir pena por ti y compadecerte.
  • Puedes justificar todo tipo de comportamientos inmorales, ilegales e impropios haciendo que la responsabilidad de tus actos recaiga sobre otro. Si él puede hacerlo, yo también puedo.
  • Te proporciona una excusa estupenda para ser ineficiente. "Si ellos no hacen nada, yo tampoco lo haré." Es una estratagema hábil e ingeniosa para justificar tu pereza, tu cansancio o tus temores.
  • Te brinda un buen tema de conversación que te ayuda a evitar hablar de ti mismo con la gente que te rodea. Si te quejas de todas las injusticias que se hacen en el mundo, no realizarás nada, pero por lo menos habrás pasado el tiempo y logrado escapar, quizá, de la necesidad de tratar más honestamente e íntimamente también con la demás gente.
  • Si tienes un concepto claro de la justicia, tus decisiones serán siempre justas.
  • Podrás manipular a los demás, especialmente a tus hijos, recordándoles que son injustos contigo porque no son exactamente iguales a ti y no mantienen una cuenta exacta de todo el dar y recibir de tu relación con ellos. Esta es una manera muy hábil de conseguir que se hagan las cosas a tu manera.

Pero este sistema de apoyo no es invulnerable. A continuación, veremos algunos métodos estratégicos para deshacerte de este tipo de pensamiento y limpiar esta zona errónea de la demanda de justicia.

5)     Algunas estrategias para renunciar a la sana demanda de justicia.

  • Confecciona una lista de todo lo que en tu mundo te parece injusto. Usa tu lista como guía para una acción personal eficiente.
    • Hazte a ti mismo esta pregunta importante: "¿Desaparecerán las desigualdades porque a mí me perturban?". Obviamente que no.
    • Atacar el pensamiento erróneo que te produce el malestar es una buena manera de empezar a huir de la trampa de la justicia.
  • Cuando te descubras a ti mismo diciendo: "¿Acaso te haría yo eso a ti?" o cualquiera de las frases de ese tipo, cámbiala a "Tú eres distinto a mí, aunque yo encuentro difícil aceptarlo ahora mismo". Esto logrará abrir en vez de cerrar la comunicación entre tú y la otra persona.
  • Empieza a pensar que tu vida emocional es algo que es independiente de lo que haga cualquier otra persona. Esto te librará del dolor que sientes cuando la gente se comporta de una manera distinta a la que tú quisieras.
  • Trata de mirar con perspectiva las decisiones que hagas y no como hechos monumentales que cambiarán tu vida.

 El hombre sabio es aquel que vive actuando, no pensando en actuar, ni pensando en lo que pensará cuando haya terminado de actuar... Él sabe que su vida habrá terminado demasiado pronto; él sabe, porque él ve, que nada es más importante que ninguna otra cosa. Así pues el hombre sabio suda y resopla y si uno lo observa es igual a cualquier otro hombre, excepto que él controla la locura de su vida. Ya que nada es más importante que ninguna otra cosa.
El hombre sabio, el hombre de conocimiento, escoge cualquier acto, y actúa como si le importara. El control que tiene sobre su locura le impulsa a decir que su actuación importa y hace que actúe como si importara, y sin embargo sabe que no es así; de modo que cuando cumple con sus actos, se retira en paz, y el hecho de que sus actos hayan sido buenos o malos, hayan resultado o no, no es cosa que le preocupe.

  • Cambia la frase "No es justo" por "Es una lástima" o "Yo preferiría...",. Así, en vez de tratar de que el mundo sea diferente a lo que es, empezarás a aceptar la realidad, aunque no necesariamente a aprobarla o estar de acuerdo con ella.
  • Elimina las referencias externas de comparación. Ten tus propias metas, independientemente de lo que hagan los demás. Proponte hacer lo que tú quieres hacer sin referirte a lo que los otros hagan o no hagan.
  • Corrígete a ti mismo en voz alta, cuando uses frases como "Yo siempre te llamo cuando voy a llegar tarde, ¿por qué no me llamaste tú a mí?", así eliminarás la noción errónea de que el motivo que tiene la otra persona para llamarte es parecerse a ti.
  • En vez de pagarle a alguien por algo, como por ejemplo llevando una botella de vino o un regalo a una fiesta, espera hasta que un día tengas ganas. No hay ninguna necesidad de mantener en orden las cuentas intercambiando mercancías; haz simplemente algo agradable porque tienes ganas y no porque la ocasión te lo exige.
  • Gasta la cantidad de dinero que tú quieras en un regalo sin dejarte influenciar por lo que se gastó en ti. Elimina las invitaciones que haces por obligación o por un sentido de justicia. Decide a quiénes vas a ver por motivos internos en vez de externos.
  • Decide tú mismo cuáles serán las normas de conducta que regirán tu comportamiento en el seno de tu familia, basándote en lo que tú consideras que es lo apropiado para ti.
  • Si tú sientes que quieres hacer algo, pero no puedes hacerlo porque alguien tiene que cuidar a los niños, no dejes que el concepto de "justicia" se interponga en lo que decidas hacer. Quizá podrías arreglártelas para que alguien cuide de los niños o lleva a los niños contigo en tus salidas, o cualquiera que sea el arreglo que resulte satisfactorio para todos. Pero el empezar con la rutina del "No es justo", suscitará rencores y además hará que te quedes en casa. Por cada injusticia que sufres, existe una resolución que no requiere que te quedes de ninguna manera inmovilizado.
  • Recuerda que la venganza es simplemente otra manera de ser controlado por los demás. Haz lo que tú, y no ellos, decidas que es conveniente para ti.

Fuente: Tus zonas erróneas (W. Dyer)

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