No sólo los trabajadores están estresados, también las amas de casa, los pensionistas e, incluso, los niños pueden estarlo si están sometidos a una constante tensión nerviosa. Para evitar que esta situación se adueñe de nuestras vidas, es importante cambiar algunos de nuestros hábitos.
Dificultades para concentrarse, malhumor, ansiedad... cuando
este tipo de síntomas se prolongan en el tiempo, es posible que nos encontremos
ante una situación de estrés crónico. Revisar nuestras prioridades, reorganizar
nuestras rutinas y, sobre todo, pensar más en nosotros mismos y nuestra
felicidad nos permitirá, junto con la adopción de hábitos más saludables,
recuperar el equilibrio físico y mental.
· ¿Estresado yo? Cómo saberlo. Cuando
se vive en una situación de estrés permanente no es fácil reconocerlo, ya que
estamos tan acostumbrados a ello que la percibimos como parte de nuestro estilo
de vida y no le damos la importancia que realmente tiene. Hay una serie de
síntomas, sin embargo, que resultan fáciles de percibir y que nos pueden dar
importantes pistas sobre nuestro estado anímico.
o SINTOMAS
FÍSICOS.
§ Sensación
de presión en el pecho.
§ Problemas
digestivos, como diarrea, vómitos, dolor de estómago o estreñimiento.
§ Tartamudeo
y otros problemas de habla.
§ Necesidad
frecuente de orinar.
§ Sudor
en las palmas de las manos. Manos y pies fríos.
§ Dolor
de cabeza (sobre todo migraña).
§ Palpitaciones.
§ Dificultad
para tragar o para respirar.
§ Sequedad
en la boca.
§ Temblor
corporal y tics nerviosos.
§ Tensión
muscular.
o SÍNTOMAS
EMOCIONALES
§ Inquietud.
Nerviosismo, irritabilidad, ataques de angustia...
§ Tristeza.
Sensación de tener un nudo en la garganta, deseos de llorar casi permanentes...
§ Conducta
impulsiva e irritabilidad. Enfado permanente con las personas que tenemos a
nuestro alrededor. En casos extremos, ira descontrolada, deseos de gritar e
insultar...
§ Sensación
de miedo. Preocupación excesiva por lo que nos puede pasar a nosotros mismos (miedo
a perder el trabajo, a caer enfermos... ), y a las personas que queremos (temor
porque algo le pase a la pareja, a un hijo, etc.).
§ Problemas
cognitivos. Dificultad para concentrarse, problemas de memoria, etc.
o CAMBIO
DE CONDUCTA
§ Necesidad
de moverse continuamente sin razón aparente.
§ Risa
nerviosa y chillona.
§ Rechinar
los dientes (bruxismo).
§ Apatía
sexual.
§ No
comer o comer demasiado.
§ Beber
o fumar con mayor frecuencia.
§ Desgana
en la forma de vestirse o arreglarse. En ocasiones, descuido de la higiene.
§ Insomnio,
ya sea de conciliación (al comenzar el sueño) o de despertar (despertarse antes
de la hora).
§ Dormir
en exceso.
· Qué hacer. Si la
intensidad de nuestro estrés es de leve a moderado, podemos intentar
solucionarlo cambiando algunos de nuestros hábitos.
o MEJORA
TU CALIDAD DE VIDA
§ Reduce
el consumo de estimulantes, como el café, el tabaco, determinados fármacos,
etc.
§ Sigue
una dieta equilibrada y ligera. Evita las comidas demasiado abundantes, pesadas
y ricas en grasas y aumenta el consumo de alimentos nutritivos como las frutas,
las verduras, los cereales integrales, las legumbres, etc.
§ Camina
a diario. Un paseo de una duración de media hora como mínimo te hará sentirte
mejor.
§ Disfruta
de un sueño reparador. Para conseguirlo, acuéstate y levántate siempre a la
misma hora (fines de semana incluidos). Realiza una actividad relajantes antes
de irte a dormir (toma un baño caliente, bebe una infusión, etc).
o REORGANIZA
TU VIDA
§ Establece
una lista de prioridades. En casa o en el trabajo, seguro que tienes muchas
cosas que hacer. Para no agobiarte, apúntalas en un papel en orden de
importancia. Dedícate en primer lugar a las primeras. De esta manera, si no
tienes tiempo de realizarlas todas, tan sólo las menos importantes se habrán
quedado sin hacer y no te sentirás tan culpable.
§ Reserva
un tiempo para ti. ¿Qué es lo que te gustaría hacer y no puedes por falta de
tiempo? ¿Leer, escuchar música, dedicarte a alguna afición, etc.? Pon lo en los
primeros lugares de tu lista de prioridades y practícalo a diario, sin saltarte
ni un solo día.
§ En
la medida de lo posible, reduce tu volumen de trabajo. Revisa tus actividades
diarias. ¿Haces lo que realmente te toca o hay algunas tareas que deberían
realizarlas otras personas? Aprendiendo a delegar y a decir no evitarás
saturarte con responsabilidades ajenas.
§ Baja
tu nivel de exigencia. No te preocupes si las cosas no se realizan a la
perfección o se quedan sin hacer. Relájate
y vivirás más tranquilo.
DOLENCIAS
RELACIONADAS CON LA TENSIÓN NERVIOSA
Detrás de un súbito sarpullido, un persistente dolor de
cervicales o, incluso, una regla irregular puede encontrarse una situación de
estrés crónico. La tensión nerviosa puede actuar como desencadenante de muchos
problemas de salud o agravar los ya existentes.
· PROBLEMAS
CUTÁNEOS. Psoriasis, acné, eccema ... La piel es un órgano muy sensible a
los problemas emocionales, por esto no es extraño que el estrés altere su
equilibrio.
Qué hacer. Los baños con avena relajan la mente y
suavizan la piel. Se preparan añadiendo al agua del baño un filtro de café en
el que habrás introducido tres cucharadas de copos de avena.
· DOLORES
DE ESPALDA. Cervicales, dorsales, lumbares ... Los nervios pueden provocar
tensión muscular y dolor en la zona.
Qué hacer. Cambiar de postura con frecuencia y
practicar deporte nos ayudará a combatirlo.
· ASMA. Aunque
es una dolencia que afecta únicamente a las personas con predisposición a
sufrirla, la tensión puede agudizar sus síntomas e, incluso, provocar la
aparición de ataques. Los nervios hacen que el diafragma pierda su elasticidad,
reduciendo la capacidad pulmonar.
Qué hacer. El tai chi y el yoga, al trabajar
tanto el equilibrio emocional como la respiración, resultan muy útiles en estos
casos.
· ALTERACIONES
MENSTRUALES. El estrés puede alterar las hormonas que regulan el ciclo
menstrual, provocando, entre otros problemas, el retraso en la aparición de la
regla.
Qué hacer. Si la tardanza se prolonga más de tres
meses, es conveniente acudir al ginecólogo.
· TRASTORNOS
CARDIOVASCULARES. Los nervios aumentan la tensión sanguínea y la
frecuencia cardíaca, circunstancias que perjudican el corazón (se calcula que
las personas que sufren estrés tienen un 23% más de probabilidades de sufrir un
infarto).
Qué hacer. Los ejercicios de relajación y la
práctica controlada de actividad física puede prevenirlo.
RELÁJATE EN 5
MINUTOS
En momentos de gran tensión nerviosa, un breve masaje o un
corto ejercicio de relajación puede evitarnos disgustos y mejorar nuestra
salud.
· MASAJE
FACIAL. Se practica fácilmente en casa o en el puesto de trabajo. Consiste
simplemente en masajear los ojos cerrados, desde la zona superior de la nariz
hacia las cejas, bajando hasta las mejillas. A continuación, alisa los párpados
con la yema de los dedos índices desde el centro hacia el exterior.
· RESPIRACIÓN
ABDOMINAL. Toma aire respirando larga y profundamente, procurando que el
vientre se eleve, y expúlsalo mediante tres exhalaciones cortas, hundiendo el
vientre. Repite 10 veces como mínimo.
· ESCUCHA
MÚSICA. Haz una pausa y, si es posible, escucha un poco de música
relajante. Te cambiará el ánimo.
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