lunes, 26 de septiembre de 2016

El arte de la relajación


Para formarse una imagen de lo que es relajarse, conviene que tires un abrigo o un vestido sobre la cama. Obsérvalo al caer y mira cómo queda sobre el colchón tal y como cayó, sin realizar el menor esfuerzo para sostenerse. ¿Te has quedado con la imagen?
Cuando trates de descansar tu cuerpo sobre la cama, o en un sofá, imagina que es el abrigo o el vestido.
No existe estado más propicio para la curación del cuerpo, el descanso y la investigación onírica que la tranquila relajación.
Para relajarse simplemente hay que hacer NADA. Piensa en el abrigo o el vestido.

1- Relajación de la cara:

  • Siéntate en un agradable sillón.
  • Ponte cómodo y cierra los ojos.
  • Presta atención a tu cara. Normalmente el que relaja su cara podrá relajar todo su cuerpo.
  • Haz todas las carantoñas y gestos que se te ocurran.
  • Cuando hayas movilizado todos los músculos de la cara, pon tus dos manos sobre ella y siente cómo este acto te tranquiliza.
  • Respira hondo, suavemente.
  • Deja tus manos caer sobre el regazo e imagina que tu cara es de goma.
  • La tensión se va disipando y se borran las arrugas, se estiran los músculos por efecto de la gravedad. 
  • La expresión forzada de la cara se difumina, se borra... hasta que sientas que toda la tensión de tu cara ha desaparecido.
  • Ahora tu rostro ha rejuvenecido, está sereno , tranquilo y esa paz la sientes por todo el cuerpo.

2- La sonrisa de la paz.
Cuando tu cara esté relajada, pondrás en práctica una experiencia que te proporcionará una sensación especialmente placentera.
  • Con los ojos cerrados moverás ligeramente los músculos que nos hacen adoptar el gesto de la sonrisa. Sonríe aunque no tengas ganas
  • Cuando hayas formado en tu rostro una sonrisa, respira hondo para que tu sonrisa inunde todo tu cuerpo y bañe todas las células.
  • Respira 3 veces llenando cada parte de tu cuerpo de esa sonrisa.
  • Si lo haces, no necesitarás que demos ninguna explicación más.

3- Trucos para aprender a relajarse.

  • Ejercicio 1: Acostado, sentado o como mejor te encuentres, comienza imaginando una energía de color azul, muy agradable, que envuelve tu cara. Esa energía envuelve tu rostro y penetra hacia adentro proporcionándote una gran sensación de bienestar.
    • Deja que esa energía azul relaje toda tu cara y tu cabeza.
    • A continuación, continúa imaginando esa energía envolviendo y penetrando cada parte de tu cuerpo: cuello, hombros, brazos, manos, pecho, espalda, abdomen... hasta los pies. Sigue tu propio ritmo, no tienes prisa.
    • Finalmente imagina todo tu cuerpo envuelto en esa relajante luz azul. Experimenta el descanso que te proporciona.
    • Permanece en ese estado de relajación el tiempo que quieras. Nota cómo tu cuerpo se encuentra feliz y descansado.
  • Ejercicio 2: Se basa en un fenómeno fisiológico muy interesante. Tu sabes que todo tu cuerpo está cubierto de piel. La piel, a su vez, posee millones de pequeños poros con comunican el exterior con el interior.
    • Inicia tu recorrido desde la cara. Imagina que los poros de tu piel se hacen más y más grandes. La piel da de sí, se distiende, se afloja, los poros crecen y crecen.
    • Cuando termines tu recorrido por el cuerpo parecerás (en tu imaginación) una especie de queso gruyere. Un saco de piel cedida, floja, relajada. Al imaginar ésto, actúas sobre las terminaciones nerviosas que van a producir el milagro de la relajación.
    • Luego piensa que el aire entra y sale por esos poros gigantescos como en una esponja. Imagina que respiras con cada uno de esos grandes poros y el aire circula por el interior de tu cuerpo. Experimentarás una gratísima sensación de bienestar.






No hay comentarios:

Publicar un comentario