Todos somos conscientes de la importancia que tiene mantener una dieta sana y equilibrada pero, en ocasiones, tenemos dudas sobre qué es realmente lo que debemos hacer para conseguirlo. Para tenerlo claro, es importarte desterrar algunas teorías muy extendidas pero que no tienen ninguna base científica.
Circulan por Internet, se transmiten de persona a persona y, en muchas ocasiones, se dan como ciertos sin apenas cuestionarlos. Para desterrar estos mitos, la clave está en buscar la explicación correcta que hay detrás de cada uno de ellos.
¿Adelgaza o engorda?
Para mantenerse en un peso saludable, tan sólo hay que tener en cuenta el contenido calórico de los alimentos. Todas las demás creencias suelen ser totalmente falsas.
- SI SE ESTÁ A DIETA, SE DEBE ELIMINAR EL PAN. El pan tiene un contenido calórico moderado (100 g de pan blanco tienen 250 calorías). Es, además, un producto indispensable en una alimentación equilibrada, ya que aporta energía al organismo. Por esta razón, los dietistas aconsejan tomar un mínimo de 100 gramos de pan al día, aunque la cantidad ideal sería entre 200 y 250 gramos.
- LA FRUTA ENGORDA SI SE TOMA COMO POSTRE. Cualquier alimento, fruta incluida, siempre tiene las mismas calorías, independientemente del momento en el que se coma. Lo importante es tomar las raciones recomendadas al día que, en el caso de la fruta, son tres al día.
- NO HAY QUE MEZCLAR PROTEÍNAS CON HIDRATOS. El contenido calórico tampoco se modifica con la combinación de alimentos. A la hora de organizar nuestros menús, lo único que importa es la suma final de calorías, independientemente de las mezclas que hayamos realizado.
- LOS ALIMENTOS INTEGRALES SON MÁS LIGEROS. Aportan prácticamente la misma cantidad de calorías que los refinados (incluso, en ocasiones, algunas más), pero, al ser más ricos en fibra, resultan mucho más saciantes y ayudan a combatir el estreñimiento.
- LAS LEGUMBRES TIENEN MUCHAS CALORÍAS. Es un alimento muy saludable y equilibrado, por lo que no tiene por qué limitarse, incluso cuando se está a dieta. Es importante, sin embargo, cocinarlas sin grasas (con verduras en lugar de chorizo, por ejemplo).
¿Saludable o perjudicial?
Dicen los dietistas que no hay alimentos perjudiciales, todo depende de la cantidad y la forma en la que se tomen.
- SÓLO HAY QUE TOMAR TRES HUEVOS POR SEMANA Los huevos tienen mala fama, pero no hay que olvidar que son un alimento muy saludable. Además, su contenido en colesterol no eleva el riesgo cardiovascular en personas sanas, ya que debido a su contenido en ácidos grasos, ayuda a prevenir la arterioesclerosis. Por ello, una persona sana puede tomar hasta un huevo al día y tan sólo aquellas que tienen niveles altos de colesterol deben limitar su consumo a tres por semana.
- SÓLO HAY QUE BEBER AGUA CUANDO SE TIENE SED. La sensación de sed no siempre es un indicativo fiable. Los niños y las personas de la tercera edad, por ejemplo, pueden tenerla alterada y, por ello, beber menos de lo que necesitan. La mejor opción, por lo tanto es tratar de beber las cantidades recomendadas (entre un litro y medio y dos al día), aunque creamos no necesitarlo.
- BEBER VINO A DIARIO ES MUY SALUDABLE. Se trata de una afirmación controvertida. Aunque sí que es cierto que el consumo moderado de vino tiene un cierto efecto cardioprotector, al tratarse de una bebida alcohólica, la mejor opción es abstenerse de su consumo. En todo caso, nunca hay que excederse de las cantidades recomendadas, que son dos copas al día en hombres y una en mujeres.
- HAY QUE LIMITAR EL CONSUMO DE GRASA. Si nuestra intención es adelgazar, esta afirmación es cierta, ya que es un nutriente con un alto contenido calórico, pero si nuestro objetivo es mantener una alimentación saludable, debemos distinguir entre grasas beneficiosas y perjudiciales. Las primeras, presentes en el pescado azul, los frutos secos, el aceite de oliva, etc., son necesarias para el organismo, ya que ayudan a controlar los niveles altos de colesterol. Por el contrario, las segundas, que encontraremos en la carne roja, el embutido, los lácteos enteros, la bollería industrial, etc., elevan el riesgo cardiovascular, por lo que debe controlarse su consumo.
Niños: Lo que pueden comer y lo que NO
La alimentación infantil también tiene sus falsas creencias, muchas de ellas fomentadas por la sabiduría popular. En caso de duda, la mejor opción es consultar al pediatra.
- No pueden tomar leche desnatada. Aunque la mejor opción es tomar la leche entera, si el niño tiene sobrepeso y así lo aconseja su médico, puede tomar leche desnatada. Además, algunas de ellas incorporan la vitamina A y D que pierden al eliminarles la grasa natural.
- La comida triturada les alimenta más. No es cierto, lo que ocurre es que muchos niños, al pasar de la papilla a la dieta sólida, atraviesan por un período en el que rechazan algunos alimentos y comen menos. A pesar de ello, hay que continuar con el proceso, ya que, de lo contrario, no le daremos la oportunidad de aprender.
- Si come poco hay que darle vitaminas. Una dieta variada y equilibrada garantiza de sobra los requerimientos vitamínicos de los niños. El uso de complementos vitamínicos únicamente están recomendados en casos concretos y siempre administrados bajo indicación médica.
Esto sí que es cierto
Pero no todo van a ser mitos. Hay algunas creencias que, aunque parezca todo lo contrario, sí que son verdaderas.
- El azúcar moreno es tan calórico como el blanco. Aunque, en principio, el primero es más ligero, la diferencia es tan mínima que no resulta significativa.
- El líquido del yogurt es beneficioso. Aunque mucha gente prefiera tirarlo, no resulta perjudicial, sino todo lo contrario. Está formado por las proteínas del suero de la leche, por lo que es rico en minerales como el calcio y el fósforo.
- La sal hincha el cuerpo. A pesar de no contener calorías, tomada en exceso, puede provocar retención de líquidos y, por lo tanto, aumentar el peso corporal, entre otros problemas.
- Los alimentos congelados son tan nutritivos como los frescos. La congelación es un proceso de conservación muy saludable, ya que mantiene inalterable tanto el sabor de los alimentos como sus propiedades nutritivas.
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